MI VOZ ESCRITA, Por Jorge Herrera
En la primera entrega de este artículo, me referí a la cruda metáfora que utilizó el Papa Francisco con la obvia intención de crear conciencia en la sociedad universal sobre el daño que causa la corrupción, (la tildó de gangrena) pero dije que le restó sentido a la esencia del mensaje con el uso del artículo indefinido “un”.
Quizás porque estoy harto hasta la coronilla con las tantas versiones de exégesis acomodadas del contenido bíblico, surgidas con el curso del tiempo, sobre lo dicho por Jesús; y amparadas en el alegato de que el mártir del monte de la Calavera hablaba en parábolas, me incliné por pensar que podría subyacer alguna intención evasiva.
En ese mismo tenor también expresé mis reservas en lo referente a la lucidez del excelso mitrado, por cuanto sin justificación alguna, es decir, como “el que da del cuerpo y no lo siente”, calificación sabia del pueblo a los que al parecer no tienen conciencia de lo que hacen, el Santo Padre de manera olímpica relaciona los conceptos ideología y corrupción.
Con toda la franqueza que es posible sostener sin caer en la ultranza temeraria, confieso que esa conjunción planteada por Su Eminencia, deja en un limbo total hasta al más encumbrado en los estudios filosóficos de los credos; o, ¿es que acaso el Papa Francisco por la “papa caliente” que ha encontrado en su iglesia, olvida que el cristianismo católico es una ideología?.
“Las ideologías terminan siempre en dictaduras, las ideologías terminan mal no sirven. No asumen al pueblo, por eso, fíjense en el siglo pasado en qué terminaron las ideologías, en dictaduras siempre”. Eso dijo el Papa en su paso por Paraguay.
¿Es que también Su Santidad no tiene conciencia de que precisamente él está al frente de la dictadura más férrea y absoluta que haya conocido la historia de la humanidad. ¡No sea usted pendejo Padre Francisco, usted es un farsante o se hace!…